III
El enano parecía confundido, y después de pensarlo un rato, no representaba una amenaza para Mariano. Por lo menos no una tan inminente como las que él había imaginado. Era la primera vez que interactuaba con uno, pues a pesar de que en su colegio había una mujer con acondroplasia él jamás había hablado con ella. La situación le resultó incómoda en tanto pudo asimilarla.
-¿Es usted el asistente del Indio Amazónico?- preguntó el enano.
-¿Disculpe?
-Necesito al Indio Amazónico y me dieron esta dirección. Me dieron una tarjeta que dice que atiende emergencias, mire- dijo mientras le extendía una tarjeta.
-Pues estamos en las mismas- dijo mientras pensaba en las razones por las cuales su peculiar interlocutor tendría que hacer una consulta de emergencia con el Indio Amazónico.
-Pero, ¿cómo así? ¿Por qué está acá entonces?
-Por lo mismo que usted, también tengo una tarjeta que dice que acá se atienden emergencias.
-Y, ¿de qué tipo es la suya?
-Digamos que emergencia cósmica.
-Caramba, pues lo primero que pensé es que usted era un ladrón, pero después le vi esa pinta tan elegante que tiene, y ahí sí me confundí un poco.
Dicho esto, entró en escena un oficial de policía empuñando un revolver que hacía las veces, junto con el uniforme, de efecto especial para darle un tono retro a la situación. La policía Nacional jamás había hecho un esfuerzo medianamente decente para mantener los uniformes de acuerdo con los parámetros de estética internacionales. Mariano se sintió asustado y excitado a la vez. Los hombres en uniforme le ponían los pelos de punta.
- ¿Ustedes fueron los que llamaron?-preguntó el oficial.
- Sí- dijo el enano mientras Mariano lo contradecía simultáneamente.
- Cédulas- ordenó el oficial.
- Oficial,- dijo Mariano mientras entregaba, junto con el enano, su cédula de ciudadanía- la verdad es que yo, acabo de llegar, y no lo conozco a él.
- Entonces, ¿usté es el dueño?
- No,- interrumpió el enano- ¿ese tipo qué va a ser el Indio Amazónico?
- Entonces no entiendo…
El radioteléfono, que también parecía hacer parte del vestuario, empezó a sonar de manera tan repentina como incomprensible. El oficial pareció sobresaltarse, y se retiró hasta la puerta más cercana, dándole la espalda al cuarto en el que dialogaban.
- Sí mi teniente, ya me encuentro en la casa del Indio Amazónico…Sí mi teniente, yo sé que es su hermano. No, no se preocupe, no lo vuelvo a llamar Indio. Sí, en el lugar se encuentran dos sospechosos, los voy a detener para que mi teniente los interrogue en la comisaría…No le copio mi teniente, ¿que busque qué? Erre, mi teniente, los documentos de su hermano, incluido el pasaporte.
Mariano volteó la cabeza sutilmente para ver al enano, pero su menuda figura ya se movía con rapidez y sigilo por el corredor contiguo. Miró por última vez la espalda del oficial antes de emprender la huída.
-¿Es usted el asistente del Indio Amazónico?- preguntó el enano.
-¿Disculpe?
-Necesito al Indio Amazónico y me dieron esta dirección. Me dieron una tarjeta que dice que atiende emergencias, mire- dijo mientras le extendía una tarjeta.
-Pues estamos en las mismas- dijo mientras pensaba en las razones por las cuales su peculiar interlocutor tendría que hacer una consulta de emergencia con el Indio Amazónico.
-Pero, ¿cómo así? ¿Por qué está acá entonces?
-Por lo mismo que usted, también tengo una tarjeta que dice que acá se atienden emergencias.
-Y, ¿de qué tipo es la suya?
-Digamos que emergencia cósmica.
-Caramba, pues lo primero que pensé es que usted era un ladrón, pero después le vi esa pinta tan elegante que tiene, y ahí sí me confundí un poco.
Dicho esto, entró en escena un oficial de policía empuñando un revolver que hacía las veces, junto con el uniforme, de efecto especial para darle un tono retro a la situación. La policía Nacional jamás había hecho un esfuerzo medianamente decente para mantener los uniformes de acuerdo con los parámetros de estética internacionales. Mariano se sintió asustado y excitado a la vez. Los hombres en uniforme le ponían los pelos de punta.
- ¿Ustedes fueron los que llamaron?-preguntó el oficial.
- Sí- dijo el enano mientras Mariano lo contradecía simultáneamente.
- Cédulas- ordenó el oficial.
- Oficial,- dijo Mariano mientras entregaba, junto con el enano, su cédula de ciudadanía- la verdad es que yo, acabo de llegar, y no lo conozco a él.
- Entonces, ¿usté es el dueño?
- No,- interrumpió el enano- ¿ese tipo qué va a ser el Indio Amazónico?
- Entonces no entiendo…
El radioteléfono, que también parecía hacer parte del vestuario, empezó a sonar de manera tan repentina como incomprensible. El oficial pareció sobresaltarse, y se retiró hasta la puerta más cercana, dándole la espalda al cuarto en el que dialogaban.
- Sí mi teniente, ya me encuentro en la casa del Indio Amazónico…Sí mi teniente, yo sé que es su hermano. No, no se preocupe, no lo vuelvo a llamar Indio. Sí, en el lugar se encuentran dos sospechosos, los voy a detener para que mi teniente los interrogue en la comisaría…No le copio mi teniente, ¿que busque qué? Erre, mi teniente, los documentos de su hermano, incluido el pasaporte.
Mariano volteó la cabeza sutilmente para ver al enano, pero su menuda figura ya se movía con rapidez y sigilo por el corredor contiguo. Miró por última vez la espalda del oficial antes de emprender la huída.
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