IX
Después de un rato, los hombres de túnica entendieron que debían levantarse y retirar el pañuelo de la boca de Mariano para que pudiera hacer preguntas. Él no encontraba por dónde empezar:
- Y, entonces...esta religión de ustedes...
- No somos una religión. Somos una sociedad.
- Bueno, pero creen ciertas cosas, ¿no?
- Las reglas de la sociedad nos impiden hablar sobre cualquier cosa relacionada con nuestras creencias.
- Pero, ¿no dicen que yo soy El Elegido?
Dicho esto, los tres hombres repitieron la maniobra de las manos y quedaron de rodillas nuevamente. El enano reía a carcajadas.
- ¡Párense!
Se pusieron de pie.
- ¡Qué desespero! Entonces, a ver si entiendo, ustedes son un grupo de personas, que se dedican a algo que no me pueden decir, y necesitan que yo les ayude de alguna manera.
- ¡Exacto!- exclamaron los tres en coro.
- Y, ¿qué se supone que es lo que yo debo hacer?
- Ah, bueno, pues lo que El Elegido debe hacer sólo lo puede saber él mismo.
- ¡No, pues qué maravilla! ¿Cómo se hacen llamar?
- Somos la sociedad lunar número 6.
- ¡No, pues, Los lunáticos!- dijo con ironía, lo que provocó nuevamente el gesto de genuflexión de los tres hombres.
- Y entonces, ¿por qué es que quieren ayudarme? ¿De quién es que me protegen?
- De La Organización. Tenemos motivos para pensar que están detrás del rapto del Indio Amazónico. Hay evidencias que podrían llegar incluso hasta la Casa Blanca, para solicitar su extradición.
- ¿La mía?
- Sí, Mariano. Ellos saben que en usted están todas nuestras esperanzas de seguir librando la batalla.
- Están locos, pero bueno, ¿ustedes por qué quieren seguir luchando?
- Porque juramos lealtad eterna a la causa. Fue la causa de nuestros padres, y de sus padres, y así...
- Sí, bueno, pero, ¿por qué no buscan un trabajo, consiguen una novia y tienen una familia? ¿Por qué seguir en una lucha en la que están ustedes solos contra el mundo? ¿Por qué no intentan ser felices con la sociedad actual, en vez de intentar transformarla en una como la que existió hace miles de años? ¿Son felices haciendo eso?
Los tres hombres de túnica se miraron entre ellos, desconcertados. Finalmente uno dijo:
- Pues, la verdad, jamás lo habíamos pensado.
- Y, entonces...esta religión de ustedes...
- No somos una religión. Somos una sociedad.
- Bueno, pero creen ciertas cosas, ¿no?
- Las reglas de la sociedad nos impiden hablar sobre cualquier cosa relacionada con nuestras creencias.
- Pero, ¿no dicen que yo soy El Elegido?
Dicho esto, los tres hombres repitieron la maniobra de las manos y quedaron de rodillas nuevamente. El enano reía a carcajadas.
- ¡Párense!
Se pusieron de pie.
- ¡Qué desespero! Entonces, a ver si entiendo, ustedes son un grupo de personas, que se dedican a algo que no me pueden decir, y necesitan que yo les ayude de alguna manera.
- ¡Exacto!- exclamaron los tres en coro.
- Y, ¿qué se supone que es lo que yo debo hacer?
- Ah, bueno, pues lo que El Elegido debe hacer sólo lo puede saber él mismo.
- ¡No, pues qué maravilla! ¿Cómo se hacen llamar?
- Somos la sociedad lunar número 6.
- ¡No, pues, Los lunáticos!- dijo con ironía, lo que provocó nuevamente el gesto de genuflexión de los tres hombres.
- Y entonces, ¿por qué es que quieren ayudarme? ¿De quién es que me protegen?
- De La Organización. Tenemos motivos para pensar que están detrás del rapto del Indio Amazónico. Hay evidencias que podrían llegar incluso hasta la Casa Blanca, para solicitar su extradición.
- ¿La mía?
- Sí, Mariano. Ellos saben que en usted están todas nuestras esperanzas de seguir librando la batalla.
- Están locos, pero bueno, ¿ustedes por qué quieren seguir luchando?
- Porque juramos lealtad eterna a la causa. Fue la causa de nuestros padres, y de sus padres, y así...
- Sí, bueno, pero, ¿por qué no buscan un trabajo, consiguen una novia y tienen una familia? ¿Por qué seguir en una lucha en la que están ustedes solos contra el mundo? ¿Por qué no intentan ser felices con la sociedad actual, en vez de intentar transformarla en una como la que existió hace miles de años? ¿Son felices haciendo eso?
Los tres hombres de túnica se miraron entre ellos, desconcertados. Finalmente uno dijo:
- Pues, la verdad, jamás lo habíamos pensado.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home